viernes, 4 de marzo de 2011

Hanaq Pachaq

Hanaq Pachaq, Gloria de los dioses.
Techo bendito de la Madre Tierra,
Los hijos del Sol se regocijan en tus regalos.

Hanaq Pachaq, Alegria del Cielo.
Las lagrimas de tus ojos disipan los males,
y tus fieles siervos las esparcen por el mundo.

Como dos lámparas de turquesa, los ojos del chamán se abrieron después de la plegaria y miraban estoicamente las pústulas del paciente desinflamarse y despintarse, dejando atrás el rojo sanguinolento y la pus fétida. El día acababa de terminarse con el último doliente, justo en la hora del ocaso, con el cielo ardiendo por las huellas del Sol imponente. Salió de la choza para encontrarse con los familiares del convaleciente. Apenas si movió la boca para recomendar reposo de 2 dias y alimentarlo solo con agua y jugos. Nunca se quedaba para oir las oraciones de los agradecidos familiares, pues le parecían una tardía ofensa a su labor, una forma de dudar de los designios del Cielo.

Las estrellas empezaron a aparecer en el firmamento, perdiéndose los ojos del curandero entre la fiesta de luces que los dioses ofrecían. Llegó a su cabaña en medio del baile de las luciérnagas y el coqueteo de los muricélagos que acababan de despertarse.

Con mucha paciencia, el chaman prendió el foco de la sala, la pequeña radio a pilas y se sento en su pequeña mesa a desgranar el maíz que había recibido en pago. En la estación radial, el periodista anunciaba las declaraciones del presidente, que orgullosamente enumeraba los avances del Estado en el sector salud, y como sus hospitales ambulantes traían bienestar a las zonas rurales del país. "A las zonas donde aun existían carreteras que la selva no haya engullido", penso el chamán. Terminó de desgranar el maiz y lentamente se puso de rodillas, no sin antes apagar la cháchara de ese gracioso representante político. Como un susurro en medio de la noche, un susurro que espantó hasta a las luciérnagas de la cabaña, el chamán cantó:

Escúchame, Hanaq Pacha, que lleva a Dios por la mano, madre de Dios
a la paloma blanca, flor de amancaes
mis curaciones mezquinas
a tu hijo, lo que le he proporcionado
muéstrale.

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Inspirado en Hanaqpachaq Cussicuinin, villancico barroco compuesto por Perez Bocanegra.

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