lunes, 28 de marzo de 2011

El sonido del mundo

Hay un sonido que desvela a las personas. El sonido de los pensamientos redoblando los tambores. El sonido de las gotas de almas cayendo en el vacío sin rostro. Pero nadie les presta atención. Porque solo las escuchan en el momento que más quieren dormir. En el momento en donde uno cuelga en la silla la conciencia y se dispone a descansar la mente,es cuando el estribillo se hace más fuerte. Como un coro de grillos heridos, como la voz inconmensurable de alguna deidad rúnica...

Todos odian el sonido de la mente. Hacen de todo para desaparecerla. Algunos regresan a su trabajo, otros dejan la televisión encendida, como si necesitasen la estática del cuchicheo trivial para poder dormir. Porque ese sonido no viene solo: Trae preguntas. Trae cuestionamientos. Trae, en fin, la razón por la cual nos distinguimos del resto de la biomasa.

Imagínense una vida entera de malos hábitos. Una vida llena de incongruencias, de vegetar y andar convencidos de que solo somos engranajes en una gran maquinaria que se canibaliza para perpetuarse. Y si, somos engranajes, pero no de la sociedad, somos piezas de algo más grande. Algo que abarca la Creación misma.

Ea pues, que sin notarlo nos hemos adaptado a ser el sistema cognoscente del universo. Los jardineros máximos del planeta. Se supone que somos la forma en la que el universo se explora a si mismo. Pero abandonamos esa celda hace mucho tiempo. Nos levantamos con el dolor de saber el infierno que nos espera. Nos atamos un nudo al cuello y permanecemos horas enteras en un sitio que no queremos haciendo algo que no debemos para adquirir lo que no podemos. Todos los días sepultamos lo que somos, que debemos hacer, nuestra razón de vivir en medio de trivialidades y rondas de preguntas bizantinas.

Y de repente, cuando la muralla de la cotidianidad se raja por un segundo, el sonido entra. Nuestra mente nunca ha estado tan despierta como caundo intentamos dormir. Ese sonido es la crepitación de nuestro motor epistemológico. Es el sonido de las novas reventando a escala infinitesimal. Es el sonido del hidrógeno transmutado a colores y sabores. Es la magia de pensar. Y la sofocamos con el fap-fap de nuestras manos.

Hoy, cuando vayas a dormir, y sientas que el sonido del universo empieza a tocar en tu cabeza, intenta no conciliar el sueño. Cierra los ojos, incluso dentro de tu mente, y con mucha calma, empieza a diferenciar las palabras que relata la Madre Naturaleza. Por un instante, todo el conocimiento de la especie te inundará el cerebro, y tu solo podrás escoger unas cuantas palabras.

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