martes, 15 de junio de 2010

No es Africa, es Argentina

Una vez mas Dragut me paso otra nota algo agria sobre la comida en el mundo. Muchas veces en Marketing se elogia la habilidad que tuvo Mc Donald's para posicionarse en el mercado argentino. Lastima que estos niños nunca van a poder comerse un McLomito

Crisis alimentaria en Argentina

Los Estados Partes adoptarán las medidas necesarias para (....) asegurar una distribución equitativa de los alimentos mundiales en relación con las necesidades, teniendo en cuenta los problemas que se plantean tanto a los países que importan productos alimenticios como a los que los exportan. Art. 11.b) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
"La muerte de los niños (de Tucumán) se debe a una sociedad enferma y a una clase gobernante que son hijos de puta, todos ellos, incluido yo mismo" Ministro de Producción, Aníbal Fernández
"Esto no es África, ésta es Argentina dónde hay 50 millones de ganado y 39 millones de personas" Dr. Oscar Hillal, director jefe del hospital infantil de Tucumán




Argentina es el 4º mayor exportador de comida a nivel mundial, esto es, el 4º país que mayor número de calorías produce diariamente; aparquen esta nota.
Seguramente recordarán a los niños de Tucumán, así como en otro extremo del planeta muchos recuerdan aún a la pequeña niña sudanesa de Ayod, inmortalizada junto a un buitre por el fotógrafo Kevin Carter.
Y es que si la desnutrición infantil suele ser la bofetada a las conciencias más visible de las crisis económicas, los pequeños de Tucumán equivalen a ese tobillo que pudorosamente dejaban ver las señoritas picaronas decimonónicas encorsetadas hasta la cabeza en un victoriano atuendo llamado neoliberalismo.

Levantémosle el vestido: lo primero que vamos a encontrarnos son dos piernas, ciertamente esbeltas, llamadas kwashiorkor y marasmo. La primera es una palabra africana que designa ese síndrome por el cual a muchos niños se les hincha la barriga (al haber consumido el propio organismo los músculos del abdomen que hacían de contención) y los ojos se les vuelven saltones (por la hipertensión arterial producida por un organismo que busca desesperadamente calorías que consumir). Es quizás el tipo de desnutrición más fácilmente visible en los medios de comunicación cuando muestran imágenes de niños campamentos de refugiados africanos.
La segunda palabra, marasmo, refiere al tipo de desnutrición que simplemente encoge los cuerpecitos de los niños hasta reducirlos a su mínima expresión; cuerpo famélico, costillas que atraviesan la piel, vientre hundido y cabeza gigantesca en relación al resto de la anatomía.
En ambos casos cambia el color del pelo y de la piel, los dientes van cayendo así como las uñas, y finalmente sobreviene la diarrea que les deshidratará y será lo que provoque el desenlace final.
Según parece, el 10% de los pequeños argentinos sufre alguno de estos dos tipos de desnutrición, crónica o aguda (UNICEF-OMS.2002-2004), la mayoría de ellos residentes en las provincias del NOA y NEA y en el segundo cordón bonaerense.

Con esto llegamos a descubrir hasta las rodillas de esa señorita... veamos qué hay más arriba.
Encontramos a ese 10% restante de niños que, sin llegar a los grados de marasmo o kwashiorkor, padecen también desnutrición con todas sus letras. La falta de proteínas y vitaminas en sus organismos, sumados a una ingesta casi exclusiva de carbohidratos les provoca una creciente debilidad, dificultad de concentración, apatía y finalmente ausencia de apetito. Sigamos subiendo al sumarle a ese 50% (sí, cincuenta por ciento) de niños argentinos de entre 6 meses y dos años de edad que padecen anemia (CESNI).
No podemos ni debemos pasar por alto la factura que esta situación cobrará a las generaciones venideras y por ende a la sociedad argentina: un niño que nazca con infrapeso (esto es, según la OMS, que pese menos de 2.500 gramos al nacer) tendrá de entrada al mundo 8 puntos menos de c.i.; si encima padece anemia (cosa que le ocurre a uno de cada dos) se le restan otros 6 puntos. Una alimentación pobre en minerales, 3 puntos más. Todo eso sólo en sus capacidades cognitivas; piénsese en su capacidad motriz, o incluso la ceguera progresiva provocada por falta de vitamina A.

Sigamos levantando el vestido de Lady Privatizaciones: aquí podemos contemplar unos espléndidos muslos compuestos por el 60% de los pequeños argentinos que, si bien no están desnutridos, padecen inseguridad alimentaria. Esto es, han comido hoy pero nada garantiza que lo vayan a seguir haciendo mañana. Pídanle así a un padre cuya familia se encuentre en situación de inseguridad alimentaria que se comporte como un pacífico y honrado ciudadano.

Ahora arranquemos la falda de un tirón hacia arriba. ¿Les gusta lo que ven? A mí tampoco:
Argentina es el 4º mayor exportador de comida a nivel mundial
Pueden ustedes, si lo desean, preguntarse a dónde van a parar todas las calorías que le faltan a esos niños como Bukowsky se preguntaba a dónde iban a parar las moscas en invierno. Quizás la supremacía de los intereses de mercado sobre cualquier otro tipo de consideraciones éticas, la brutal epidemia privatizadora que permitió a las transnacionales clavar sus uñas sobre el campo argentino, el desmantelamiento de los cultivos tradicionales a favor de aquellos cultivos extensivos más rentables de cara a la exportación, la primacía sobre la alimentación humana nacional de la alimentación ganadera para surtir de proteínas cárnicas los establecimientos de comida rápida de medio planeta, y muy especialmente la incapacidad o la indiferencia demencialmente suicida por parte de los gobernantes argentinos de articular una auténtica política alimentaria estatal, puedan aportarles algunas respuestas.

Mientras tanto, si quieren, tomen nota también de ese maestro argentino que caminó ocho horas para pedir un crédito personal con el que alimentar a sus alumnos. Es la dignidad de los nadies, la hoguera apagada de un náufrago perdido que ya no espera a que le rescaten sino que construye su balsa.

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