Decía Salomón, uno de los Jueces de la época judía antigua, que era necesario escuchar las dos tocadas de la campanada para entender bien el mensaje. Y este dicho quedo inmortalizado en la anécdota de las dos madres. Pues bien, de la misma forma que hay dos explicaciones para un mismo problema, con esta crisis hay dos puntos de vistas distintos, cada uno con una parte de la verdad.
Comencemos pues, con la visión nuestra, es decir, la visión del extranjero. Hasta hace unos días, las cifras en Europa (y particularmente en Grecia, asi como en la famosa Zona Euro) no podían estar mejor, la moneda se mantenía estable, los negocios fluctuaban con pasividad y el fantasma de la crisis de USA, así como las repercusiones de aquella nefasta burbuja hipotecaria que reventase en el lejano 2006, parecían desvanecerse.
Y aparentemente de un día para el otro, casi todos los países de la Unión Europea aparecen con un déficit comercial impagable, con los créditos hipotecarios y los precios inmobiliarios en picada.
Algo que se debe entender en la Economía Global es que nada, absolutamente nada, pasa de la noche a la mañana. En el particular caso de Grecia, es loable su habilidad para haber enmascarado un horrendo déficit fiscal y un tradicional hábito de evadir impuestos por parte de sus ciudadanos. Es por eso que, en plena “crisis” se ven ciertos rebotes y despuntes técnicos en algunos días que dan una falsa impresión de recuperación.
Ahora ¿Por qué todo el continente europeo está hundido en el pánico financiero? Pues porque el principal comerciante de Grecia y directo responsable de su endeudamiento, es nada más ni nada menos que la República Federal de Alemania. Y esta deuda, creada por la búsqueda sistemática de Alemania por abultados saldos positivos en su balanza comercial, está en euros.
He aquí el gran problema: Escasez de euros. Debemos comprender primero, que la aparición de una moneda común en casi todo un continente fue visto con preocupación por muchos analistas políticos, económicos e historiadores. Una moneda única es la antesala a una constitución única, hacia un orden homogéneo en un amplio territorio. Y cuando el euro se posicionó en el mercado, la gente empezó a temerle menos, los empresarios empezaron a jugar con esta moneda, empezaron a darle circulación. Y ahora casi todos los países de Europa del Este han contraído deudas en euros, incluso varios países que no están en la Zona Euro poseen déficit en esta moneda. Ni que decir de que varios países en el continente europeo mantienen una deuda astronómica con los alemanes: Sólo el año pasado el déficit comercial de Grecia con Alemania llegó a 4.810 millones de euros; Italia, 11.400 millones de euros; Portugal 2.620 millones de euros; España, 12.000 millones de euros.
Ante estos problemas, generalmente el país en cuestión reevaluaría su moneda, encarecería los precios de los productos en su mercado local y sus productos para exportación en una tasa del 20 o 30%, para evitar especulaciones. ¿Cómo se puede hacer esto en un sistema con una moneda única? ¿Puede la Unión Europea pedirle a Alemania que reevalué su moneda?
La única solución evidente sería incrementar los sueldos alemanes, para que crezca la renta disponible y la necesidad de importación en el país. Y aquí está el segundo problema con Alemania. Según Marco Antonio Moreno, economista chileno y magister de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, “desde los años 90 Alemania propagó la política de la reducción de los costos salariales. Esta política de contención de los salarios fue la que condujo a la paradoja de tener sistemáticos superávit comerciales por un lado, y fuertes caídas en la demanda doméstica por otro. En el período 1996-2006, los salarios brutos nominales aumentaron en Alemania un 1%, mientras en el resto de la zona euro lo hicieron al 2,8%. Las compras de Alemania a los países de la UE se hicieron exiguas, lo que profundizó más las brechas y pulverizó los equilibrios.”
En una economía estable, la mayoría de estos problemas pasarían desapercibidos. Pero una crisis en toda regla como la que está sucediendo remece los cimientos de todas las economías afectadas. Y con este remezón, todos los problemas que habían sido solucionados con meros paliativos circunstanciales salen a la luz, con más fuerza y con más urgencia de remediarlos. Sin dudas esta es una prueba decisiva para el euro y toda la ideología que mueve la instauración formal de una moneda única.
Pero aquí solo acaba la visión externa. La versión de adentro, es decir, la versión sacada de la coyuntura política y social que vive Grecia en estos momentos es algo distinta. El actual primer ministro de Grecia y presidente del Movimiento Socialista Panhelénico, Georges Papandreou, se ha encargado de gestionar el déficit que el anterior régimen le legó. Tarea nada sencilla cuando los círculos de derecha y pequeñas cúpulas financieras se encargan de destapar las disimuladas deudas que se mantenían en las deudas públicas y que han provocado el déficit desastroso que ha puesto la clasificación de riesgo de Grecia en el rango BBB. Se acusa, pues de una campaña de desestabilización por parte de los grupos opositores al régimen oficialista en Grecia, campaña que ha rendido sus frutos y ha ahuyentado cualquier propuesta de financiamiento, paralizando la política de investigación científica y apoyo a la educación que se estaba fomentando.
De estas dos versiones, podemos rescatar 4 problemas que han provocado la crisis griega. Problemas que fueron discutidos por la BBC y que fueron publicados el 25 de marzo en su edición digital:
1) Gobierno griego: El Tratado de Maastricht, que consagró en 1992 la plena unión económica europea, establece que el máximo de deuda pública de un país miembro es de un 60% de su Producto Interno Bruto (PIB) y su déficit fiscal no debe superar un 3%. Hoy la deuda griega, de más de 400 mil millones de euros, representa un 115% de su PIB y su déficit fiscal, el 12,7%. Durante años, el déficit oficial de Grecia rondó -con una buena dosis de creatividad contable- el 3% permitido por el Tratado de Maastricht. Este año, de la noche a la mañana, saltó a más del 12%.
"Es cierto que una parte de este salto se debió a la caída de la recaudación fiscal por el impacto de la crisis económica. Pero a diferencia de otros países de la eurozona, la revisión que hizo Grecia de su déficit fue de golpe. A los problemas estructurales de la economía griega se añade una fuerte crisis de credibilidad", explica a BBC Mundo Megan Greene, editora de temas griegos de la Unidad de Análisis de la revista británica The Economist. Este déficit proviene de un gasto excesivo y de una suerte de vicio nacional, lo que nos lleva al siguiente pecador.
2) Evasión impositiva: Grecia forma parte del club de evasores impositivos seriales. El que puede, no paga; el que paga -como en el tango es un "gil". Y todos acusan al resto. Un informe de Bloomberg compara la recaudación impositiva de Grecia respecto a la media europea en 2007: 4,7% del PIB frente al 8% promedio del resto de Europa. "Muchos gobiernos griegos han prometido que harían algo al respecto. Ninguno ha cumplido", dice Greene. Esta situación era un secreto a voces. Aquí entra en escena un tercer pecador.
3) Unión Europea: ¿Nadie entre los 27 países de la UE y los 16 de la eurozona tenía idea sobre la dimensión del déficit fiscal griego? El Banco Central Europeo -supuesto ejemplo de rectitud fiscal y ortodoxia financiera, con sus equipos de economistas, ¿estuvo de vacaciones todos estos años?
Según comenta a BBC Mundo Ansgar Belke, del Instituto Alemán de Investigación Económica, las primeras señales de alarma sonaron antes del lanzamiento del euro en 1999. "Muchos economistas se opusieron a una creación prematura del euro porque no teníamos un nivel de integración política y económica que pudiera sostener la moneda. Esto no ha cambiado".
4) Desregulación financiera: En una carta al actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, en mayo de 2008, es decir antes de la explosión de la crisis financiera mundial, uno de los artífices de la actual UE, Jacques Delors, ex mandatarios como Helmut Schmidt y Lionel Jospin, ex ministros de Economía y líderes socialdemócratas reclamaban medidas urgentes bajo una consigna: los mercados financieros no nos pueden gobernar. En medio de la actual crisis griega, el primer ministro George Papandreou obtuvo el apoyo retórico de Angela Merkel (Alemania) y Nicolas Sarkozy (Francia) para neutralizar a los mercados financieros. Pero, por el momento, en la práctica estos mercados siguen tan desregulados como siempre.
"La UE se encuentra condicionada por su dependencia de inversores foráneos y fondos especulativos que revolotean por el mundo en busca de alta rentabilidad bajo la opacidad de las finanzas globales", dijo a BBC Mundo Juan Hernández Vigueras, miembro de la Tax Justice Network y autor de "La Europa opaca de las finanzas" y "Los paraísos fiscales". En este escenario que comercia seguros sobre deuda soberana y apuesta a altísimas tasas de interés, los intereses creados de gobiernos e instituciones financieras suelen entremezclarse.
5) El amigo estadounidense: A comienzos de 2002, Grecia y Goldman Sachs llegaron a un acuerdo beneficioso para ambas partes. La deuda soberana griega en dólares y yenes era canjeada por deuda en euros, que luego de un determinado período volvía a ser canjeada por la divisa original. Con un masaje intenso del valor de la moneda, el monto de la deuda griega cambiaba hasta convertirse en un espejo ideal que permitía un mayor endeudamiento del gobierno a tasas de interés relativamente bajas. Esta imagen fiscal empezó a temblar con la crisis financiera y la cercanía del vencimiento de los bonos emitidos por el Estado, que debía honrar sus deudas en su moneda de origen: a los acreedores no se los puede arreglar con masajes o maquillajes.
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